
El XEREZ recibira al Valencia con lo que queda de entrenador y lo que queda de equipo al grito de ‘Cuco vete yal’. Otro dato empírico e irrefutable de que en esta droga dura y social que es el Xerez, el entrenador - tan amado como odiado- resulta una triple ración de metadona para el aficionado, que es, se quiera o no, la voluntad soberana del juego. La prueba palpable de que el cliente siempre tiene la razón. El Fuenteovejuna que no quiere escuchar Cuco Ziganda. La cantinela que se ha convertido en la corona de espinas de un grupo de futbolistas que anda falto de calidad, pero sobre todo falto de carisma, arrojo y coraje escénico, virtudes del condenado a galeras Esteban Vigo. Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol. El panorama de lo que queda de entrenador y lo que nos queda de equipo sigue inalterado. Hundido en arenas movedizas, en guerras de trincheras, en un periodo de guerra fría, de paz armada. La novedad estriba en que la camiseta del Xerez ya no se parte en dos. Moralistas y anti-moralistas. Estómagos agradecidos frente a periodistas beligerantes. El asunto ya no va de eso. El nuevo mapa mundi de La Azul ofrece un panorama oscuro, lleno de cuitas y comportamientos cainitas, donde la camiseta [ahora color naranja] se ha roto de manera definitiva, se ha descuartizado entre unos y otros. El club sigue erre que erre con sus despropósitos. Quieren que Cuco siga, pero ya les buscan sustituto . Los futbolistas dicen que están con Cuco, pero no se mojan ni debajo del agua. Y la prensa, la canallesca, echa más leña al fuego. Es, por desgracia, el panorama del Xerez Club de Fútbol. La historia de una mentira bien contada en su inicio, y que se cae desde hace tiempo por su propio peso. La historia de una ilusión con la que juega todo el mundo. La historia de una camiseta que, de ser un orgullo y una pasión, ha pasado a ser el interés bastardo de cuatro culpables: Morales y COMPAÑIA, Cuco, prensa y futbolistas. Son los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Fieles apóstoles que escriben la triste historia de una entelequia, el Xerez CD, que acabara como el dicho popular: Entre todos la mataron y ella sola se murió.
De un lado asoma Morales. Un tipo que antes de llegar al club apareció como El Mesías, que tenía experiencia y personalidad propias y que fue proclamado por su prensa de cámara como la solución a todos los males del Xerez. Es el mismo que ahora protagoniza actitudes paranoicas, que rayan en la paranoia esquizoide. Porque sobre las espaldas de Morales hay demasiados cadáveres en el camino, porque no gustan las formas de Morales y porque su prensa, la que antes le sorbía el escroto, ahora le pega puñaladas traperas. Porque su actitud es paranóica al sentirse víctima de una manía persecutoria que le coloca en una posición de Mprales contra el resto del mundo, y porque su actitud invita a pensar en que resulta casi esquizoide cuando Morales se ha colocado el listón por las nubes para pensar que estaba llamado a no sé qué fines históricos . Y si la prensa le hubiera dicho que se colocara la mano dentro del pecho y se pusiera un gabán, quizá habría terminado por pensar que era el mismísimo Napoléon Bonaparte. Ahora Morales, que se siente castigado, que intuye que es una especie de astado en fase terminal- que nadie vea cuernos donde no los hay-, y que se siente traicionado por la aficion, pues ahora Morales enfila el corredor de la muerte sin enfilarlo. Se siente sólo, incomprendido, acorralado, fuera de control .
Del otro lado de la trinchera se asoma Monterrubio y compañia. Ese grupo de directivos con sueldos de altos ejecutivos que no da una a derechas - ni a izquierdas- y que sobrevive en mitad de una tormenta. Monterrubior - que unos días fue honesto y honrado en los medios de comunicación y al día siguiente sospechoso de permitir dietas que sonrojarían a cualquiera-, vive en el descrédito. Dejó que VIGO SE FUERA y después, por fas o por nefasto, le hizo la cama jugando a las cartas con una baraja marcada. El club ha dejado a Cuco sólo, le ha utilizado como munición humana y le ha prometido algunas cosas que no puede cumplir.
En el tercer escalón quedan los futbolistas. Un grupo de gente de mucha calidad, de buen fútbol, de futuro prometedor, que viven aislados del asunto a petición propia. Unos porque apoyan a Cuco de cara a la galería, para rajar de él en los medios de comunicación. Otros se aíslan de los espinosos asuntos de alcoba del club y de Cuco porque prefieren mirar hacia otro lado, vestir una camiseta que no se han ganado y seguir viviendo del cuento chino. Otros, que los hay, están pasando vergüenza ajena, viendo en manos de quién ha quedado el Xerez. Quizá lo más doloroso es que esta hornada de futbolistas se ha convertido en una manada de tiernos corderos, o de leones domesticados de andar por casa, que no tienen voz ni voto, y que si lo tienen, se lo han dejado en casa. Gente que tienen unos principios pero, que si no le gustan a la prensa, pues tienen otros. Gente que juega en el Xerez pero que no tiene ni puñetera idea de para quién juegan, a quién representan y qué defienden. Los pesos pesados del vestuario deberían hablar alto y claro ahora, o callar para siempre. De no ser así, de no tener un ataque sindicalista, solidario, con personalidad propia, será la confirmación de que siguen viviendo en Futbolandia, ese país megalómano, que ha creado una serie de monstruos tan bien pagados que se les han olvidado sus responsabilidades primero y sus neuronas después. Ya saben, es bueno ser importante, pero mucho más importante es ser bueno. No señores que pasen por autistas, por caras de empate a cero y por millonarios que juegan al escondite. Antes Moreno y Mendoza que un puñado de niños bonitos colgados de un i-pod y un móvil de nueva generación. Más corazón. Más mala leche. Más compromiso. Más implicación y menos niño muerto.
Por último, porque los últimos serán los primeros, hay que mirar al cuarto poder, la prensa. Esa que infla el globo del equipo cuando toca hacer caja registradora, y que después disfruta despellejando a los que hasta hace unos días eran auténticos héroes. ¿Qué papel juega la prensa en el equipo? Pues un papel asqueroso. En ocasiones, bochornoso. Filtra, desinforma, intoxica, miente en ocasiones y sobre todo, hurga en demasiadas heridas. Quien esto escribe se del código deontológico cuando en ocasiones se ha sido excesivamente duro con directivos, jugadores o entrenador. Ayer, hoy y siempre. Aunque para tener la cabeza bien abajo, con las orejas gachas y el rabo yo no sé si entre las piernas, es el caso de toda esa prensa tipo Buitre Leonado, que disfruta olisqueando la carroña. Son los que siguen pensando que el periodismo implica traición. Los que navajean a propios y extraños. Los que siempre andan bien informados. Los que confrontan más que unen. Los que piensan que el equipo es suyo. Los que creen que sus pedos huelen a diferente colonia que los de los demás. Los que se comen un cordero con Morales y al día siguiente se comen al niño Jesús por los pies. Los que levan a Vigo a los altares y los que sonríen cuando le cuelgan del palo mayor. Los que son más resultadistas que los resultados. Los que ven al Xerez como un número, no como un sentimiento. Los que se comieron el culo - pelao por supuesto- de Vigo para ser sus satélites y confidentes, y que ahora olfatean el trasero del nuevo entrenadorr. Son los que ponen una vela a Dios y otra al Diablo. Los macarras de la moral. Han convertido al Xerez CD en un asqueroso y bastardo juego de intereses, donde miramos la paja en el ojo ajeno e ignoramos la viga en el propio. La prensa tiene al equipo que se merece. De eso, no hay duda.
Ahora sólo falta que entrenador, Club, futbolistas y periodistas se den cuenta de que, en mitad de sus guerras civiles, de sus absurdas cuitas, de sus puñaladas traperas, está la ilusión de miles de aficionados. Esos, los aficionados, son los que sufren, ríen, lloran o se alegran con La Azul. Esos sí que son el XEREZ Club de DEPORTIVO. Y ellos, con perdón, no se merecen esta mierda de EQUIPO. Mientras tanto, prensa, futbolistas, directivos y entrenador siguen a lo suyo. Se sienten a gusto en su papel de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Al quinto jinete, al aficionado, le han bajado del caballo en mitad del río.