
Un importante aprendizaje que puede hacer cualquier persona es empezar a valorar y a centrarse en el presente, en vez de estar pensando constantemente en lo que ocurrió en el pasado o estar ansioso por lo que pueda suceder en el futuro.
Vivir en el presente es el mayor regalo que nos podemos dar a nosotros mismos, se trata de concentrarse en lo que sucede ahora mismo. Y a poder ser centrarnos en lo que está bien, aunque sea poco, ya que si nos obsesionamos con lo que no, lo único que conseguimos es deprimirnos y bloquearnos.
A lo largo de una temporada hay muchas cosas malas, pero también otras buenas. Todo depende de cómo lo veamos nosotros mismos, tenemos que partir de lo positivo para trata de solucionar lo menos positivo.
Si dejamos de añorar el pasado y obsesionarnos por el futuro, nos sentiremos mucho mejor, vivir el presente siempre ayuda, ya que es sobre lo que podemos actuar. No sirven de nada las lamentaciones por lo que podríamos haber hecho, ni tampoco lo que esperamos hacer dentro de un mes.
Hay que prestar atención a lo que tenemos en el presente, y por supuesto intentar remediar lo que se encuentre en nuestras manos.
Para poder dejar el pasado atrás, primero hay que aprender de él. No tenemos que revivir una y otra vez aquellos momentos, eso no ayuda. Lo que hay que hacer es aprender de aquella experiencia, sacar información valiosa y seguir a delante.
Del pasado lo que tenemos que extraer son una serie de aprendizajes que nos ayuden a que nuestro presente sea mejor. El pasado es inamovible, no puede cambiarse, pero sí podemos aprender de él.
Hay que aprender a no vivir pendiente del futuro, pero eso no quita para que planeemos. Eso nos ayuda a disminuir el miedo por lo desconocido (el futuro ya que sabemos por qué hemos actuado de este y no de otro modo.
Si no planeamos lo que vamos a hacer, vivimos permanentemente preocupados por lo qué haremos el próximo día. Por eso hay que centrarse y planear lo que queremos hacer en el futuro pero desde el presente.
Es imposible predecir lo que nos sucederá en el futuro, pero es mucho mejor planear en base a lo que queremos que esperar y dejar que otros decidan por nosotros. Eso en definitiva se traduce en certeza y confianza hacia uno mismo.
La forma más eficaz de alcanzar nuestra meta es fijando un rumbo claro, que nos fije la dirección que tenemos que seguir. Una dirección que revisaremos cada cierto tiempo para que no se desvíe de nuestra meta.
Se trata de equilibrar nuestra vida en un barco que tenemos que manejar con claridad y sin ir a la deriva.
Un saludo a quien quiera recibirlo.