domingo, 17 de enero de 2010

Un punto que sólo frena la sangría de derrotas


Sumar un punto a domicilio con diez jugadores podría haberse valorado de forma positiva en unas circunstancias totalmente diferentes a las que se encuentra el Xerez. El conjunto azulino empató a cero en La Romareda, pero el puntito no sirve de nada. Bueno, como consuelo y como final de una sangría que había llevado al cuadro jerezano a acumular seis derrotas de forma consecutiva.

El estreno de Antonio Poyatos en los banquillos mostró a un Xerez serio y ordenado, pero carente de ese mal ofensivo que ha condenado al cuadro azulino a la Segunda División. Y es que una vez más faltó pegada, definición, profundidad, acierto.

Sólo una ocasión de relativo peligro crearon los que ayer vestían de naranja. Fue el primer acercamiento a una portería del partido, tras una buena combinación xerecista, en la que Abel centró para que Momo cabeceara fuera. Tras esa acción no se volvería ver más al Xerez cerquita de Carrizo.

El Zaragoza tampoco estuvo muy fino en ataque en la primera mitad, pero en el minuto 21 acarició el tanto por mediación de Eliseu, que ejecutó de forma magistral una falta que salvó prodigiosamente Renan Brito, con una estirada de aúpa. El meta brasileño salvó al Xerez. Pinzio, minutos más tarde, lo intentaría de cabeza, pero su remate salió desviado mientras que un derechazo del argentino al borde del descanso acabaría ajustadito al palo. Salvo esas ocasiones, la primera mitad fue transcurriendo con un Xerez muy juntito, que combinó con criterio el balón, pero que veía como sus jugadas acaban muriendo cuando llegaba a tres cuartos de campo.

En defensa, Gioda y Moreno estaban cumpliendo con creces, Mendoza notó un poco su falta de minutos en los dos últimos meses, mientras que Redondo cumplió en el lateral derecha. El Zaragoza, por su parte, puso en escena a sus tres fichajes. Suazo tiene mucho que demostrar, Jarosik estuvo correcto mientras que el más dinámico fue Eliseu.

Mateu Lahoz sería en la segunda el encargado de ponerle un poco de emoción al partido. El trencilla expulsó injustamente a Víctor Sánchez por una falta sobre Eliseu en el minuto 53. El jugador catalán levantó la pierna, pero cuando vio que iba a golpear al contrario, se encogió claramente para tratar de no hacer daño a su oponente. No evitó el contacto, pero nada más hacer la falta se disculpó. Sin embargo, el colegiado valenciano se empeñó en tener su cuota de protagonista cargándose el encuentro.

Con once, a lo mejor el resultado hubiera sido el mismo, pero tal vez el Xerez hubiera estado algo más suelto y hubiera tenido alguna opción de llevarse el encuentro. Tras la expulsión, los de Poyatos poco pudieron hacer salvo seguir bien agrupaditos y ordenados atrás. Arriba no se les vio el pelo. Orellana entró como uno de los recambios, pero el chileno, que tuvo una ocasión en una acción individual, volvió a demostrar que está a años luz de ser un jugador desequilibrante y resolutivo. Ya ha tenido demasiadas oportunidades para demostrar algo más. Y hasta la fecha no se le ha visto absolutamente nada.

El Zaragoza, a pesar de estar jugando con uno menos, no daba una gran sensación de peligro. El Xerez tenía controlada la situación, pero se iba notando el esfuerzo físico y los maños, con mucha necesidad, tenían que dar su última palabra. El milagro azulino, con Antoñito en el banquillo, podría encomendársele quizás al sevillano, pero Poyatos no requirió del talento y la genialidad de un jugador que en muchas otras ocasiones hizo lo más difícil con la elástica xerecista.

Curiosamente, el secretario técnico dio entrada a Míchel faltando dos minutos para el final, el jugador que está en situación de transferible por la dirección deportiva que de momento sigue en el club, y de la que él forma parte. En los últimos minutos, con el público de La Romareda totalmente encendido, el Zaragoza empezaría a apretar un poco más. Eliseu volvió a tener otra oportunidad tras un buen centro por la derecha de Pennant, pero su remate salió fuera por poco. Pero sería Jorge López el que pudo cambiar el guión del partido al rematar fuera una de esas ocasiones donde lo más complicado es fallar. Pero no acertó, demostrando los motivos por los que Zaragoza y Xerez están hundidos en la tabla.

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